Las inundaciones llevaron tiburones al lago de un campo de golf australiano, que aprovecha el tirón turístico de esos peculiares visitantes.
Hay situaciones mucho más peligrosas que equivocarse de bola y golpear la de otro jugador. Por ejemplo, adentrarse en el campo de golf al que la publicación Sport Ilustrated bautizó como “el más peligroso del mundo”. Se llama Camp Bonifas y está a sólo 400 metros al sur de la zona desmilitarizada entre las dos Coreas, en Panmunjom.
Se trata en todo caso de un campo tan especial que únicamente tiene un hoyo, un par 3 de 175 metros, para solaz del destacamento del Comando de las Naciones Unidas (UNC) allí asentado, compuesto por unos cientos de militares.
El peligro de este peculiar minicampo, cuyo nombre hace honor a un capitán estadounidense asesinado por soldados norcoreanos cuando talaba un árbol que dificultaba la visión de dos puestos de observación en la zona desmilitarizada, no radica en la amenaza de un ataque norcoreano porque ese día se ha levantado de mal humor el presidente Kim Jong-un, sino por la cantidad de minas explosivas que están sembradas en torno al recorrido de golf.
“¡Peligro! No intente recuperar bolas del rough: minas activas”. El jugador que se arriesgue a aventurarse en el campo de golf ya está advertido y sabe a lo que se expone. En el Camp Bonifas no espere encontrar un césped perfectamente mantenido y presentado, aunque el green siempre mantiene un brillante color verde esmeralda, aunque no es mérito del greenkeeper: es de césped artificial. Una torre de vigilancia provista de ametralladora ‘sobrevuela’ el campo de golf, supuestamente para repeler un posible ataque a la base, no para amedrentar a los golfistas que dificulten el tráfico en el campo por culpa de su juego lento.
Las minas rodean el recorrido y, aunque no hay confirmación oficial, se dice que al menos una estalló al golpearla una bola de trayectoria errática.
En la tarjeta de recorrido del North Star Golf Club de Alaska hay una relación de los animales que pueden divisarse, osos incluidos.
Poderosas mandíbulas
Aparte de este ‘explosivo’ campo de golf, existen otros donde el peligro tiene patas, garras y poderosas mandíbulas. Los más conocidos por la presencia o incursiones de animales peligrosos están en Florida, donde proliferan los caimanes. Uno de los últimos de la zona que ha dado la vuelta mediática al mundo ha sido un ejemplar de cerca de cinco metros que se ha paseado por los hoyos del campo Buffalo Creek, en la localidad de Palmetto. Claro que los golfistas que juegan en ese estado norteamericano están acostumbrados a toparse con ese tipo de reptiles, aunque no tan grandes. De hecho, el caimán más largo capturado en la región medía 4,8 metros. Se calcula que sólo en la zona de los Everglades, en el extremo sureste de Florida, viven más de un millón de caimanes.
Ataque leonino
Si en los campos de Florida hay que andarse con mucho tiento al acercarse a los lagos para jugar una bola no vaya a ser que surja del agua un inesperado espontáneo de poderosa mordida, en el Skukuza Golf Course, en Sudáfrica, el peligro no surgirá del líquido elemento, sino que estará en tierra firme. Enclavado junto al Parque Nacional Kruger, los golfistas pueden divisar durante su recorrido numerosas especies animales, que por lo general se mantienen a prudente distancia. El campo de golf advierte en su web que el campo no está cercado y que el jugador puede toparse con inesperados espectadores de cuatro patas, y cita, “por mencionar algunos”, hipopótamos, impalas o mandriles. Entre esos algunos que no cita también hay leones, como el que mató a un búfalo en el green del primer hoyo, hienas y otros nada simpáticos animales. No se tienen noticias de que se hayan producido hasta ahora ataques a golfistas.
Tiburones al acecho
Otro campo curioso, muy curioso, por el vecindario animal que allí reside, es el australiano del Club Carbrook, que desde hace unos años, a raíz de unas inundaciones, se colaron unos cuantos tiburones en el lago que baña el recorrido de golf. Antes de que llegaran los escuelas, que con el tiempo se han ido reproduciendo, lo niños se ganaban un dinerito metiéndose en el lago para recuperar las bolas que caían al lago. Ese negocio, obviamente, se acabó. Pero como no hay mal que por bien no venga, los tiburones se han convertido en un atractivo turístico en la región y el club de golf lo aprovecha para celebrar cada mes un torneo bautizado con el nombre de “Desafío en el lago de los tiburones“.
Osos de Alaska
El campo más septentrional de América, el North Star Golf Club, en Alaska, es también entretenido para los amantes de la fauna salvaje. La tarjeta de recorrido incluye una sección denominada Animal Scorecard, con la lista de los animales que pueden verde durante el recorrido. Coyotes, águilas, ardillas, alces, ¡osos! y “nuevas especies”. Una regla local indica que, cuando un cuervo o un zorro robe una bola, se podrá reponer sin penalidad “en la escena del delito” (en inglés suena más dramático: at the scene of the crime”). Las reglas no dicen qué hacer en caso de que se nos acerque un oso, aunque ciertamente no hace falta: ¡corra!