[Tweet «Lydia Ko: “Me encantaría salir un sábado por la noche con mis amigos y ver una película, pero eso sucede realmente una vez o un par de veces al año”»]
¿Sabe cuántas jugadoras asiáticas hay entre las diez primeras del ranking mundial? Siete, incluidas la primera y la segunda, las surcoreanas Lydia Ko (de nacionalidad neozelandesa pero nacida en Seúl) e Inbee Park.
¿Y cuántos asiáticos en el top 10 de los mejores golfistas del mundo? Ninguno.
El primero en esa clasificación de los mejores es el japonés Hideki Matsuyama y aparece en el decimoquinto lugar, y el siguiente, el surcoreano Byeong Hun An, en el vigésimo séptimo.
Echemos ahora un vistazo al ranking del LPGA Tour, el Circuito Femenino Americano, el mejor del mundo. También son siete las que ocupan las diez primeras plazas. Al frente, Lydia Ko. En el lado masculino, en el top 10 del PGA Tour, sólo hay uno y por los pelos (décimo): Matsuyama.
Está claro que las asiáticas, y especialmente las surcoreanas (cinco entre las diez primeras en el ranking de ganancias del LPGA Tour), tienen un don que las hace sobresalir sobre el resto de sus rivales de otras latitudes. La cuestión es de dónde proviene ese talento tan especial para el golf.
Dedicación, formación y sacrificio para triunfar en el golf
Hay varias teorías al respecto, pero la que más adeptos tiene es la de la enorme dedicación, traducida en sacrifico, que acompaña desde niñas la carrera de estas jóvenes.
Hay varias teorías al respecto, pero la que más adeptos tiene es la de la enorme dedicación, traducida en abnegación, que acompaña desde niñas la carrera de estas jóvenes.
El caso de Lydia Ko puede ser paradigmático de ese tremendo esfuerzo que ha llevado a algunas jugadoras asiáticas a lo más alto del golf mundial. Hace unos meses, con 18 años, era nombrada Jugadora del Año del LPGA Tour, y es posible que nos encontremos ante la golfista de la década. Ko, que ya dio señales de lo que se avecinaba cuando con sólo 14 años se convirtió en la amateur más joven en ganar un torneo profesional, está demostrando a sus 19 primaveras que es un extraordinario fenómeno golfístico. Por compararla con otros ‘extraterrestres’ del deporte, Tiger Woods fue Jugador del Año cuando tenía 21, y las más jóvenes estrellas de fútbol americano, baloncesto, béisbol y hockey de las ligas estadounidenses consiguieron ese galardón cuando tenían entre 19 y 22 años.
En febrero de 2015, a los 17 años y 9 meses, Ko se coronaba número uno del ranking mundial. Siete meses después se convertía en la más joven en ganar un Grande, con 18 años y 4 meses, y en abril de este año batía otro record, al ser la jugadora más joven en ganar dos Grandes. Antes de cumplir la mayoría de edad, era nombrada por la revista Times como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Para ilustrar los sacrificios que se ven obligadas a hacer las jóvenes asiáticas que quieren triunfar en el mejor circuito profesional del mundo, basta leer una de las declaraciones de Ko al ser preguntada sobre su tiempo de ocio: “Me encantaría salir un sábado por la noche con mis amigos y ver una película, pero eso sucede realmente una vez o un par de veces al año”.
Y es que la presión que sufren para intentar triunfar es terrible. Y la mayoría de la veces tiene su origen en las familias de las chicas, que realizan un enorme esfuerzo económico si ven visos de que su hija pueda llegar a triunfar en el mundo del golf. No en vano, muchos padres dejan su país y venden sus bienes para acompañar a sus hijas en la aventura americana. Las jóvenes profesan un profundo respeto a sus progenitores y saben que tienen que corresponder con tesón a esa confianza depositada en ellas. “El golf es como el 99,9 por ciento de mi vida”, reconocía Ko, “así que no tengo mucho tiempo para salir con mis amigos”.
Además de la cultura del esfuerzo y del respeto filio-parental, tan arraigados en el Lejano Oriente, otra de las causas que explican el auge y triunfo del golf femenino asiático fue la aparición de las primeras figuras de renombre en aquellas latitudes. Especial impacto tuvo en este sentido la coreana Se Ri Pak, quien protagonizó una brillante carrera en el LPGA Tour desde que, en 1978, se enrolase en ese circuito. Con su veintena de triunfos, incluidos varios Grandes, en el mejor circuito del mundo, se convirtió en un icono a imitar por sus compatriotas, y el golf femenino coreano empezó a despegar con gran fuerza desde entonces.
Otra de las razones por las que los padres animan a las niñas a esforzarse denodadamente en la práctica del golf es la posibilidad de que unos años después, si destacan lo suficiente en ese deporte, sean fichadas por una universidad de Estados Unidos para cursar allí sus estudios mediante una beca.
Como una vez dijo [Tweet «Lee Trevino, no existe eso que llaman el toque natural. El toque es algo que uno crea tras golpear millones de bolas de golf»]. Para eso hace falta paciencia… y las asiáticas tienen muchísima.