En su primera visita, Couples le hizo llegar un mensaje haciéndose pasar por una rubia que le había estado siguiendo y le estaba esperando junto al campo de prácticas.
Fue en 1997 cuando Eldrick (Tiger) Woods pisó por primera vez esta soleada tierra andaluza también conocida como la Costa del Golf por su amplia oferta de campos para la práctica de este deporte y estas son algunas de sus andanzas.
Corría el mes de julio, era la semana previa al Open Británico y el capitán del equipo estadounidense de la Ryder Cup, Tom Kite, decidió traer a sus chicos a Valderrama para conocer el escenario donde un par de meses más tarde se disputaría el duelo en el que Europa defendería el título ganado dos años antes en tierras americanas.
Tiger tenía entonces 21 años y llegaba con el aura de haberse convertido en el vencedor más joven de la historia en el Masters de Augusta, su primer Grande. Llegó la Ryder Cup y en una de sus comparecencias ante la prensa antes de la competición se produjo una anécdota que podría haber sido premonitoria de la azarosa vida sexual del gran jugador californiano. Fred Couples le pasó un folio doblado a la jefa de prensa para que se lo entregase a Tiger mientras respondía a las preguntas de los medios de comunicación.
El papel contenía un mensaje que la periodista española pudo leer por el rabillo del ojo: «Soy la rubia que he estado siguiéndote toda la mañana. En una hora te espero junto al campo de prácticas». Tiger se lo guardó en el bolsillo y esbozó una amplia sonrisa.
Y llegó la hora de la verdad: el gran duelo entre las dos escuadras de golf más poderosas del mundo, con Estados Unidos, capitaneado por Tom Kite, desplegando un ejército en teoría mucho más poderoso que el de Europa, comandado éste por el carismático Seve.
En el equipo europeo estaban José María Olazábal, Ignacio Garrido, Nick Faldo, Lee Westwood, Per-Ulrik Johansson, Jesper Parnevik, Ian Woosnam, Darren Clarke, Thomas Bjorn, Bernahrd Langer, Colin Montgomerie y Costantino Rocca. Fue este último, el italiano siempre sonriente, el que se enfrentaría a Woods el último día en lo partidos individuales, donde se dirimiría el título. Europa partía en la jornada decisiva con una gran ventaja: 10,5 a 5,5. Quedaban doce puntos en juego.
Nadie apostaba por Rocca, que doblaba en edad a Tiger (eran el jugador mayor y el menor del torneo), pero el jugador de Bérgamo rompió los pronósticos, sobre todo los de su rival, y se impuso por un contundente 4&2, o sea, cuatro hoyos de ventaja a falta de dos por jugar. Los estadounidenses, a pesar de la pérdida de ese punto, protagonizaron una remontada portentosa y fueron sumando puntos, pero no los suficientes: les faltó uno y medio para hacerse con el trofeo. Terminaron a uno de los chicos de Seve (14,5-13,5), y en caso de empate el título hubiese quedado en manos de los defensores del mismo, o sea, de Europa.
Tiger no tuvo ciertamente un buen debut en la Ryder Cup: perdió dos de sus tres partidos. No se llevó un buen recuerdo de Valderrama, aparte de por la derrota, por su naufragio en el hoyo 17, donde su bola, al igual que la de otros muchos jugadores, rodó injustamente desde el green hasta el estanque que lo protege por su parte frontal.
La siguiente visita de Tiger a la Costa del Sol tuvo de nuevo como escenario el mismo recorrido, esta vez con motivo del Campeonato del Mundo American Express. Aunque acabaría ganando, Woods conseguía su octavo título de la temporada, pero aún así se fue con un gran enfado por culpa otra vez del hoyo 17. Tiger llegó el domingo a ese hoyo, par 5, con tres golpes de ventaja sobre el malagueño. Su approach dejó la bola en el green, pero su exagerada pendiente no retuvo la bola, que acabo rodando hasta el estanque. Penalización, nuevo golpe y se repite la historia: al agua de nuevo. La cara de Tiger era un poema. En su tarjeta, triple bogey. En el 18 Jiménez pudo haber hecho historia, pero se embarró con un bogey, y ya en el desempate Tiger no perdonó. Ahí acabaron, por el momento, las andanzas costasoleñas del mejor golfista del siglo XXI.